Me formé en la vieja escuela de la profesión, de la mano de mi padre y me sigue resultando exraño el ofrecer mis servicios profesionales como si fuera una empresa y ver a los demás abogados como "la competencia", y no como colegas de profesión, con independencia que podamos enfrentarnos en defensa de nuestros clientes. Mi visión de mi trabajo no es el de un negocio que debo rentabilizar, sino de un servicio profesional en el que debo cumplir mi cometido con la mayor diligfencia, y con lealtad hacia el cliente que ha depositado su confianza en mí.