No creo en un diseño bonito, creo en un diseño que funciona. El diseño no es arte y por tanto tiene que cumplir su función, que generalmente es atraer a su púbico objetivo y conseguir transformarlo en ventas.
De siempre he sido una mente curiosa. Un día dibujo, otro escribo o hago cerámica, todo lo que implique crear llama mi atención y permite crecer como persona y profesional. Por eso me gusta el diseño, porque cada día es un reto diferente. Me gusta conocer y entender las marcas para poder plasmar aquello que realmente necesitan, de un modo objetivo y funcional. Un amigo decía que lo mejor de nuestra profesión es que cada día hacemos una profesión diferente, y así es como la entiendo yo, adentrándome cada día en la realidad de mis clientes. Porque si yo no entiendo su marca ¿cómo voy a hacer que la entienda su público?